El compromiso es un factor clave en cualquier relación, y en un matrimonio feliz y duradero, es especialmente importante. El compromiso implica estar dispuesto a trabajar juntos para superar desafíos y mantener la relación saludable y fuerte.

—Te creo, Te creo… Y con todo voy a hablarte del matrimonio feliz. Pero antes, te hago la siguiente pregunta, a ti, que te quejas tan amargamente: Dime, hermano, ¿no eres tú de alguna manera responsable de que no se hayan cumplido las ilusionadas expectativas que albergabas en tu corazón? ¿No te imaginabas acaso que con casarte ya estaba todo hecho para ser feliz?

La comunicación, el respeto, la confianza y el compromiso son algunos de los pilares fundamentales para construir un matrimonio feliz. Aprender a escuchar activamente, expresar nuestras emociones de manera clara y efectiva, establecer límites y reconocer nuestras diferencias son solo algunas de las habilidades que podemos desarrollar para mejorar nuestra relación.

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Mas para que nadie interprete esta obediencia como esclavitud indigna, San Pablo se cuida bien de decir: «El hombre es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza check it out de la Iglesia». Esto indica que la esposa no obedece propiamente al marido, sino a Cristo. La mujer obedece al marido por Cristo; de ahí que solamente pueda obedecerle en cosas que son aprobadas y permitidas por Cristo.

Si estas herramientas e ingredientes te han sido útiles para construir un matrimonio saludable, feliz y lleno de éxitos, te animamos a que nos compartas alguna experiencia en los comentarios. Dios bendiga tu matrimonio.

El compromiso implica estar dispuesto a trabajar juntos para superar desafíos y mantener la relación saludable y fuerte.

Lo complicado es que el matrimonio se juega sobre un campo inclinado, en el que todo fluye cuesta abajo hacia la lealtad.

Los esposos no deben olvidar donde contrajeron matrimonio: Ante un altar. Y el altar es el lugar del sacrificio, para recordar permanentemente a los cónyuges que sin sacrificio mutuo no podrán ser felices.

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Nadie es dueño de nadie; “te amo, pero no te necesito” es el hecho de sentirse libre estando comprometido.

Para que la llama de la atracción no se extinga, es necesario dejar un margen abierto a la curiosidad. Es decir, tener la sensación de que no conoces del todo a la otra persona ni tampoco sobre ti mismo ni el mundo que os rodea.

En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial, es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios… y a los dones de Dios se les dice ‘gracias’”. 

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